Epítome de la Conquista del Nuevo Reino de Nueva Granada. Siglo XVI.

Como un canto rodado

N° 223 Relación notable [ojo] 1536 Céspedes
Año de [15]39
Nuevo Reino de Granada
Del arca de Santacruz Nuevo Reino
[Texto aislado a margen derecho] Parece que Gonzalo Ximénez entró año de 1536.
[Texto aislado al centro] Epítome de la conquista del Nuevo Reino de Granada.  Las ciudades del Nuevo Reino La Palma en los Colimas Tocaima Tunja
La Trinidad en los Muzos. [Luis Lanchero] Se sacan esmeraldas, otros dicen don Pedro de Agreda.
Tudela Ursúa la pobló, despoblose.
Mérida confina con la gobernación de Venezuela.  Pamplona Ursúa.
San Cristóbal poblola Francisco de Cáceres. La villa de San Miguel.
Mariquita se saca oro.
La Victoria sacase oro río abajo.
Los Remedios se saca mucho oro.
Tocaima tierra de oro.
Ibagué hay minas cogen trigo y ganados. 

[Al margen superior 1] Leg. 22/27.

[Al margen superior 2 sello] Documentos de Indias.

Entre la provincia de Santa Marta y la de Cartagena está un río que divide estas dichas dos provincias que llaman el río de la Magdalena y por nombre más conocido llamado comúnmente el Río Grande, porque en la verdad lo es harto tanto, que con el ímpetu y furia que trae a la boca rompe por la mar y se coge agua dulce una legua dentro por aquel paraje. Los de estas provincias de Santa Marta y Cartagena, aunque más los de Santa Marta porque estuvo poblada mucho antes que Cartagena desde que Bastidas la pobló iban siempre por este río grande arriba los gobernadores o sus capitanes descubriendo las tierras y provincias que hallaban, pero ni los de la una gobernación ni la otra, subieron el dicho río arriba de cincuenta o sesenta leguas.

Los que más allegaron que es hasta la provincia que llaman de Sompallon que está poblada orilla del dicho río, porque, aunque siempre tenían esperanza por lenguas de indios que muy adelante el río arriba había grandes riquezas y grandes provincias y señores de ellas, dejaban de pasar adelante las veces que allí llegaron, unas veces por contentarse con las riquezas que hasta allí habían ganado o rescatado a los indios, otras veces por impedimento de grandes lluvias que encenegaban toda la tierra y costa del dicho río por donde habían de subir, las cuales aguas son muy importunas y ordinarias casi siempre por aquel río arriba y en la verdad bien pudieran ellos vencer estos impedimentos, sino que los de Santa Marta se contentaron con la Ramada que es una provincia pequeña pero rica que está cerca de la misma Santa Marta, hasta que la acabaron y destruyeron, no teniendo respeto a otro bien público ni privado sino a sus intereses.

También los de Cartagena se contentaron con las sepulturas del Zenú, donde hallaron harto oro y era cerca de Cartagena y como también aquello se acabó como lo de Santa Marta, los unos y los otros quedaron con que sola la esperanza de lo que se descubriese el río arriba, por la grande noticia y nuevas que por lenguas de indios de ello tenía y aún no solamente los de estas dos gobernaciones, pero aún los de la gobernación de Venezuela que poblaron los alemanes y los de Urapari, los cuales tenían también grande noticia por lengua de indios de una provincia poderosa y rica que se llamaba Metha, que por la derrota que los indios mostraban, venía a ser hacia el nacimiento del dicho Río Grande, aunque ellos no tenían el camino para ir allá por la costa del dicho río, como los de Santa Marta y Cartagena, pero habían de ir atravesando sus gobernaciones por la tierra adentro y todas las noticias de estas gobernaciones, así de las unas como de las otras que tan levantados traían los pies a todos los de la mar del norte por aquella costa, según después ha parecido era una misma costa que era este Nuevo Reino de Granada, que descubrió y pobló el licenciado Gonzalo Ximénez de Quesada, para el cual estuvo guardado esto.

Lo cual pasó de esta manera.

[Al margen:] 1536 

El año de mil y quinientos y treinta y seis por el mes de abril, el dicho Gonzalo Ximénez de Quesada, Mariscal que ahora es del dicho Nuevo Reino, partió de la dicha ciudad de Santa Marta, que está a la costa de la mar, a descubrir el Río Grande arriba por la banda de Santa Marta, con seiscientos soldados repartidos en ocho compañías de infantería y con ciento de a caballo y así mismo con ciertos bergantines por el río, para que fuesen bandeando y dando ayuda al dicho Licenciado, que iba por tierra descubriendo por la misma costa del río.

Los capitanes de infantería que llevó consigo se llamaban el Capitán San Martín, el Capitán Céspedes, el Capitán Valenzuela, el Capitán Lázaro Fonte, el Capitán Lebrija, el Capitán Juan de Junco, el Capitán Súarez, y la otra compañía era la guarda del dicho Licenciado Capitán General. Los capitanes de los bergantines que iban por el agua, se llamaban el Capitán Corral, el Capitán Cardoso, el Capitán Albarracín. Esta Armada se hizo con voluntad y consentimiento del gobernador que a la sazón era en Santa Marta, el cual después de la muerte de García de Lerma era don Pedro de Lugo, Adelantado de Canaria, padre del Adelantado don Alonso que ahora es. Del cual Adelantado don Pedro el dicho Licenciado fue Capitán General y su segunda persona, el cual dicho Adelantado don Pedro, murió en estos mismos días que el dicho Licenciado salió a conquistar y así todas las cosas de aquella provincia quedaron a cargo y devoción del dicho Licenciado.

Partido el dicho Licenciado a la dicha conquista, subió por el río arriba descubriendo más de un año por la costa del dicho río más de cien leguas mas, que los otros primeros habían subido y paró en un lugar que se llama la Tora, por otro nombre el pueblo de los Brazos, que era de la costa de la mar y de la boca del río ciento y cincuenta leguas y hasta este lugar se tardó mucho tiempo, por grandes dificultades de aguas y de otros muchos caminos de montes muy cerrados que hay por aquella costa del río. En este pueblo de la Tora se paró para invernar el dicho Licenciado y su campo, porque ya cargaban tan de golpe las aguas, que ya no se podía ir más adelante y el río venía tan crecido que obraba por la barranca, iba por la tierra y campo, que no se podía caminar por la costa de él y así envió el dicho Licenciado los bergantines a descubrir por el río, porque por la costa era imposible, como está dicho y subieron otras veinte leguas mas arriba y se volvieron sin traer ninguna buena relación, porque hallaron que el río venía ya tan fuera de madre, que no había lugar de indios en la costa de él, sino muy pocos en algunas isletas. Todo lo demás era agua cuanto se veía.

Visto ya el poco remedio que ya para subir el dicho río arriba había, acordó el dicho Licenciado de ir a descubrir por un brazo pequeño que cerca del dicho pueblo donde estaba entraba en el Río Grande y parecía venir de unas sierras y montañas grandes que estaban a mano izquierda, las cuales montañas según supimos después de descubiertas, se llamaban las sierras de Opón.

Llevábamos antes de llegar a la Tora cierta esperanza caminando por el río arriba y era esta, que la sal que se come por todo el río arriba entre los indios, es por rescates de indios, que la traen de unos en otros desde la mar y costa de Santa Marta, la cual dicha sal es de grano y sube por vía de mercancía, más de setenta leguas por el dicho río, aunque cuando llega tan arriba ya es tan poca, que vale muy cara entre los indios y no la come sino la gente principal y los demás la hacen de orines de hombres y de polvos de palma. 

Pasado esto, diose luego en otra sal no de grano como la pasada, sino en panes que eran grandes como de pilones de azúcar y mientras más arriba subimos por el río, más barato valía esta sal entre los indios y así por esto, como por la diferencia y de la una

sal y de la otra, se conoció claramente que la de granos subía por el dicho río, esta otra bajaba y que no era posiblemente grande tierra de buena, habido respecto a la contratación grande de aquella sal que por el río bajaba y así decían los indios que los mercaderes que les venían a vender aquella sal, decían que a donde aquella sal se hacía había grandes riquezas y era grande tierra, la cual era de un poderosísimo señor de quien contaban grandes excelencias y por esto teniase por espanto haberse atajado el camino, de arte que no se pudiese subir mas por el dicho río y haberse acabado aquella noticia de donde venía aquella sal.

El Licenciado como está dicho, fue por aquel brazuelo de río arriba en descubrimiento de aquellas sierras de Opón, dejando ya el Río Grande y metiéndose la tierra adentro y los bergantines volviéronse a la mar, quedándose la mas de la gente con el dicho Licenciado y los mismos capitanes de ellos, para suplir alguna parte de la mucha gente que se le había muerto al dicho Licenciado, el cual anduvo por las dichas sierras de Opón muchos días descubriéndolas. Las cuales tienen de travesía cincuenta leguas, son fragosas y de mucha montaña, mal pobladas de indios y con hartas dificultades. Las atravesó el dicho Licenciado topando siempre en aquellos pequeños pueblos de aquellas sierras grandes cantidades de la sal que habemos dicho por donde se vio claramente por aquel camino por donde bajaba la dicha sal por contratación al dicho Río Grande. Después de muchas dificultades atravesó el dicho Licenciado aquellas sierras montañosas y dio en la tierra rasa que es el dicho Nuevo Reino de Granada, el cual comienza pasando las dichas sierras. Cuando aquí subió la gente, pareció haber llegado a donde deseaban y entendiendose luego en la conquista de aquella tierra  aunque ciegos por no saber en la tierra en que estaban y también porque lenguas cómo entenderse con los indios ya no las había, porque la lengua del Río Grande ya no se hablaba en las sierras, ni en el Nuevo Reino se hablaba la de las sierras, pero lo mejor que se pudo se comenzó a entender en las dicha noticia y descubrimiento y conquista del dicho Nuevo Reino, lo que es principio de esta arte.

[Al margen:] Descripción.

Hace de presuponer que este dicho Nuevo Reino de Granada que comienza principiadas las dichas sierras de Opón, es todo tierra rasa muy poblado en gran manera y es poblado por valles. Cada valle es su población por si. Toda esta tierra rasa y Nuevo Reino está metido y el cercado alrededor de sierras y montañas pobladas de cierta nación de indios que se llaman Panches, que comen carne humana, diferente gente de la del Nuevo Reino que no la comen y diferente temple de tierra, porque los Panches es tierra caliente y el Nuevo Reino es tierra fría, a lo menos muy templada y así como aquella generación de indios se llama Panches, así esta otra generación del Nuevo Reino se llama Moscas.

Tiene de largo este Nuevo Reino ciento y treinta leguas pocas más o menos, de ancho tendrá treinta y por partes veinte, y aún por partes menos porque es angosto, está la mayor parte de él en cinco grados de esta parte de la línea y parte de él en cuatro y alguna parte en tres. Este Nuevo Reino se divide en dos partes o dos provincias, la una se llama de Bogotá, la otra de Tunja y así se llaman los señores de ella del apellido de la tierra. Cada uno de estos dos señores, son poderosísimos de grandes señores y caciques que les son sujetos a cada uno de ellos.

La provincia de Bogotá es mayor y así el señor de ella es más poderoso que el de Tunja y aún de mejor gente, podrá poner el señor de Bogotá, a mi parecer, sesenta mil hombres en campo, pocos más o menos, aunque yo en esto me acorto porque otros se alargan mucho, el de Tunja podrá poner cuarenta mil y también no voy por la opinión de otros, sino acortándome. Estos señores y provincias siempre han traído muy grandes diferencias de guerras muy continuas y muy antiguas y así los de Bogotá como los de Tunja, especialmente los de Bogotá porque les caen más cerca, las traen también con la generación de Panches que ya habemos dicho que los tienen cercados. La tierra de Tunja es más rica que la de Bogotá, aunque la otra lo es harto por oro y piedras preciosas, esmeraldas siempre lo hallamos mejor en Tunja. Fue grande la riqueza que se tomó en la una provincia y en la otra, pero no tanto como lo del Perú con mucho. Pero en lo de esmeraldas, fue esto del Nuevo Reino mayor, no solo que las que se hallaron en el Perú en la conquista de él, pero más que en este artículo se ha oído jamás desde la creación del mundo, porque cuando se vinieron a hacer partes entre la gente de guerra, después de haber pasado la conquista, se partieron entre ellos más de siete mil esmeraldas, donde hubo piedras de grande valor y muy ricas. Y esto es una de las causas porque el dicho Nuevo Reino se debe de tener en más que otra cosa que haya acaecido en Indias, porque en él se descubrió lo que ningún príncipe cristiano, ni infiel, sabemos que tenga, que es que se descubrieron, aunque mucho tiempo lo quisieron tener los indios muy secreto. Las minas de donde las dichas esmeraldas se sacan que no sabemos ahora de otras en el mundo, aunque sabemos que las debe de haber en alguna parte, pues que hay piedras preciosas. En el Perú hay algunas esmeraldas, más nunca se han sabido las minas de ellas. Estas minas son en la provincia de Tunja y es de ver donde fue Dios servido que pareciesen las dichas minas, que es una tierra extraña, en un cabo de una sierra pelada y está cercada de otras muchas sierras montañosas, las cuales hacen una manera de puerta por donde entran a la de las dichas minas. Es toda aquella tierra muy fragosa. Tendrá la sierra de las dichas minas, desde donde se comienza hasta donde se acaba media legua pequeña o poco menos.

Tienen los indios hechos artificios para sacarlas que son unas acequias hondas y grandes por donde viene el agua para lavar la dicha tierra que sacan de las minas, para seguir las dichas betas donde las dichas esmeraldas están y así por esta razón, no las sacan sino en cierto tiempo del año cuando hace muchas aguas, porque como lleva aquellos montones de tierras, quedan las minas más limpias para seguir las venas. La tierra de aquellas minas es muy fofa y movediza y así es hasta que los indios comienzan a descubrir alguna beta y luego aquella siguen cavando con su herramienta de madera, sacando las esmeraldas que en ella hallan. Esta beta es a manera de greda. Los indios hacen en esto como en otras muchas cosas, hechicerías para sacarlas, que son tomar y comer ciertas yerbas con que dicen en qué beta hallarán mejores piedras. El señor de estas minas es un cacique que se llama Sumindoco, sujeto al gran cacique Tunja,

asentada en su tierra y minas en la postrera parte de la dicha provincia de Tunja.

Cuanto a lo de la conquista cuando entraron en aquel Nuevo Reino los cristianos, fueron recibidos con grandísimo miedo de toda la gente, tanto que tuvieron por opinión entre ellos de que los españoles eran hijos del sol y de la luna a quien ellos adoran y dicen que tienen sus ayuntamientos como hombre y mujer y que ellos los habían engendrado y enviado del cielo a estos sus hijos para castigarlos por sus pecados y así llamaron luego a los españoles, Uchies, que es un nombre compuesto de Usa que en su lengua quiere decir sol y Chia la luna como hijos del sol y de la luna y así entrando por los primeros pueblos, los desamparaban y se subían a las sierras que estaban cerca y desde allí les arrojaban sus hijitos de las tetas para que comiesen pensando que con aquello aplacaban la ira que ellos pensaban ser del cielo. Sobre todo, cogieron gran miedo a los caballos, tanto, que no es creedero. Pero después haciéndoseles los españoles tratables y dándoles a entender lo mejor que se podía sus intentos, fueron poco a poco perdiendo parte del miedo y sabido que eran hombres como ellos, quisieron probar la ventura, cuando esto fue era ya muy metidos en el Nuevo Reino, en la provincia de Bogotá. Allí salieron a dar una batalla, lo mejor en orden que pudieron, gran cantidad de gente que era la que habemos dicho arriba. Fueron facilmente desbaratados, porque fue tan grande el espanto que tuvieron en ver correr los caballos, que luego volvieron las espaldas y así lo hicieron todas las otras veces que se quisieron poner en esto, que no fueron pocas.

[Al margen: 1538] y en la provincia de Tunja fue lo mismo cuando en ello se quisieron poner y por eso no hay para que dar particular cuenta de todos los recuentros y escaramuzas que se tuvieron con aquellos bárbaros, más de que todo el año de treinta y siete y parte del de treinta y ocho, se gastó en sujetarlos a unos por bien y a otros por mal como convenía, hasta que estas dos provincias de Tunja y Bogotá quedaron bien sujetos y asentadas en la obediencia debida a Su Majestad y lo mismo quedaron la nación y provincia de los Panches, que como más indómitos e intratables y aún como gente mas valiente que lo son, así por sus personas como por ayudarles el sitio de su tierra que es montañas fragosas donde no se pueden aprovechar de los caballos, pensaron que no les había de acrecer como a sus vecinos y pensáronlo mal, porque les sucedió de la misma arte y los unos y los otros quedaron en la sujeción que está dicha.

Los del Nuevo Reino que es las dos provincias de Bogotá y de Tunja, es gente menos belicosa, pelean con gran grita y voces. Las armas con que pelean son unas flechas tiradas con unas tiraderas como aviento sobre brazo. Otros pelean también con macanas, que son unas espadas de palmas pesadas, juegánlas a dos manos y dan grande golpe. También pelean con lanzas así mismo de palmas de hasta diez y seis o diez y siete palmos, tostadas, agudas a la punta. En sus batallas tienen una cosa extraña que los que han sido hombres afamados en la guerra y son ya muertos, les confeccionan el cuerpo con ciertas unturas que queda toda el armazón entera sin despegarse y a estos los traen después en las guerras así muertos, cargados a las espaldas de algunos indios, para dar a entender a los otros que peleen como aquellos pelearon en su tiempo, pareciéndoles que la vista de aquellos les ha de poner verguenza para hacer su deber y así cuando las batallas primeras que con los españoles hubieron, venían a pelear con muchos de aquellos muertos a cuestas.

Los Panches es gente más valiente, andan desnudos en carnes sino son sus verguenzas, pelean con más fuertes armas que los otros, porque pelean con arcos y flechas y lanzas muy mayores que las de los Moscas, pelean así mismo con hondas, pelean con paveses y macanas que son sus espadas y con todo este género de armas pelea cada uno de ellos solo de esta manera. Tienen unos grandes paveses que los cubren de pies a cabeza, de pellejos de animales aforrados y el aforro está hueco y en aquello hueco del aforro traen todas las armas ya dichas y si quieren pelear con lanza, sacan la de lo hueco del pavés donde la tienen atravesada y si se cansan de aquella arma sacan del mismo hueco el arco y las flechas o lo que quieren y echanse el pavés a las espaldas, que es liviano por de ser de cuero o traenlo delante para defenderse. Cuando es menester pelean callando al revés de los otros. Tienen estos Panches una costumbre en la guerra también extraña, que nunca envían a pedir paz ni tratan de acuerdo con sus enemigos sino por vía de mujeres, pareciéndoles que a ellas no se les puede negar cosa y que para poner en paz los hombres, tienen ellas más fuerzas para que se hagan sus ruegos.

Cuanto a la vida y costumbres y religión y las otras cosas de estos indios del dicho Nuevo Reino, digo que la disposición de esta gente es la mejor que se ha visto en Indias, especialmente las mujeres tienen buena hechura de rostros y bien figurados. No tienen aquella mala manera y desgracia que las de otras indias que habemos visto, ni aún son en la color tan morenas ellos ni ellas como los de las otras partes de Indias. Sus vestidos de ellos y de ellas son mantas blancas y negras y de diversos colores, ceñidas al cuerpo, que las cubren desde los pechos hasta los pies y otros encima de los hombros, en lugar de capas y mantos y así andan cubiertos todos. En las cabezas traen comúnmente unas guirnaldas hechas de algodón, con unas rosas de diferentes colores de lo mismo que les viene a dar en [ornato] de la frente. Algunos caciques principales traen algunas veces bonetes hechos allá de su algodón, que no tienen otras de que vestirse y algunas mujeres de las principales traen unas cofias de red algunas veces.

Esta tierra como está dicho es fría, poco templadamente que no da el frío enojo ninguno, ni deja de saber bien la lumbre cuando se llegan a ella y todo el año es de esta manera un [–me] porque aunque hay verano y se agosta la tierra, pero no para que haga notablemente diferencia del verano al invierno. Los 

días son iguales de las noches por todo el año por estar tan cerca de la línea. Es tierra en extremo sana sobre todas cuantas se han visto. Las maneras de sus cosas y edificios, aunque son de madera y cubiertas de un heno largo que allá hay, son de la más extraña hechura y labor que se ha visto, especialmente la de los caciques y hombres principales, porque son a manera de alcázares con muchas cercas alrededor de la manera que acá suelen pintar el laberinto de troya tienen grandes patios. Las casas de muy grandes molduras de bulto y también pinturas por toda ella.

Las comidas de esta gente son las de otras partes de Indias y algunas más porque su principal mantenimiento es maíz y yuca. Sin esto tienen otros dos o tres maneras de plantas de que se aprovechan mucho para sus mantenimientos, que son unos a manera de turmas de tierra que llaman yomas y otras a manera de nabos que llaman cubias que echan en sus guisados y les es gran mantenimiento.

Sal hay infinita porque se hace allí en la misma tierra de Bogotá, de unos pozos que hay salados en aquella tierra a donde se hacen grandes panes de sal y en gran cantidad, la cual va por contratación por muchas partes, especialmente por las sierras de Opón a dar al Río Grande como ya está dicho. Las carnes que comen los indios en aquesta tierra son venados de que hay infinidad en tanta abundancia que los basta a mantener como acá los ganados. Así mismo comen unos animales a manera de conejos de que también hay muy gran cantidad que llaman ellos fucos y en Santa Marta y en la costa de la mar también los hay y los llaman curies, a veces hay pocas tórtolas, hay algunas anades de agua, hay mediana copia de ellas que se crían en las lagunas que hay por allí muchas, pescado se cría en los ríos y lagunas que hay en aquel Reino y aunque no es en gran abundancia es lo mejor de que se ha visto jamás, por que es de diferente gusto y sabor que de cuantos se han visto, es solo un género de pescado y no grande sino de un palmo o de dos y de aquí no pasa, pero es admirable cosa de comer.

La vida moral de estos indios y policía suya, es de gente de mediana razón, porque los delitos ellos los castigan muy bien, especialmente el matar y el hurtar y el pecado nefando de que son muy limpios, que no es poco para entre indios y así hay más horcas por los caminos y más hombres puestos en ellas que en España. También cortan manos, narices y orejas por otros delitos no tan grandes y penas de verguenza hay para las personas principales, como es rasgarles los vestidos y cortarles los cabellos, que entre ellos es gran ignominia. Es grandisísima la reverencia que tienen los súbditos a sus caciques, porque jamás les miran a la cara aunque estén en conversación familiar, de manera que si entran donde está el cacique, han de traer vueltas las espaldas hacia él, reculándose hacia atrás y asentados o en pie han de estar de esta manera, de manera que en lugar de honra, tienen siempre vueltas las espaldas a sus señores. En el casarse no dicen palabras ni hacen ceremonias ningunas, más de tomar su mujer y llevársela a su casa. Casanse todas las veces que quieren y todas las mujeres que pueden mantener y así uno tiene diez mujeres y otro veinte, según la calidad del indio y Bogotá que era rey de todos los caciques, tenía más de cuatrocientas.

Es les prohibido el matrimonio en el primer grado y aún en algunas partes de dicho Nuevo Reino en el segundo grado también. Los hijos no heredan a sus padres sus haciendas y estados sino los hermanos y si no hay hermanos, los hijos de los hermanos muertos y a estos como tan poco no les heredan sus hijos sino sus mismos sobrinos o primos, viene a ser todo una cuenta con lo de acá, salvo que estos barbaros van por estos rodeos. Tienen repartidos los tiempos de meses y año muy al propósito, los diez días primeros del mes comen una yerba que en la costa de la mar llaman hayo, que los sustenta mucho y les hace purgar sus indisposiciones, a cabo de estos días limpios ya del hayo, tratan otros diez días en sus labranzas y haciendas y los otros diez que quedan del mes, los gastan en sus casas, en conversar con sus mujeres y en holgarse con ellas, con las cuales no viven en un mismo aposento, sino todas ellas en uno y él en otro. Este repartimiento de los meses se hace en algunas partes del Nuevo Reino. de otra manera hacen de más largo y de más días cada uno de estos repartimientos. Los que han de ser caciques o capitanes así hombres como mujeres, metenlos cuando pequeños en unas casas encerrados. Allí están algunos años según la calidad de lo que espera heredar y hombre hay que está siete años.

Este encerramiento es tan estrecho, que en todo este tiempo no ha de ver el sol, porque si lo viese perdería el estado que espera. Tienen allí con ellos quienes los sirvan y danles de comer ciertos manjares señalados y no otro. Entran allí los que tienen cargo de esto, de ciertos a ciertos días y danles muchos y terribles azotes y en esta penitencia están el tiempo que he dicho y salido, ya puedese horadar las orejas y las narices, para traer oro, que es la cosa entre ellos de más honra, también traen oro en los pechos que se los cubren con unas planchas. Traen también unos capacetes de oro a manera de mitras y también lo traen en los brazos.

Es gente muy perdida por cantar y bailar a su modo y estos son sus placeres. Es gente muy mentirosa como toda la otra gente de Indias que nunca saben decir verdad. Es gente de mediano ingenio para cosas artífices como en hacer joyas del oro y remedar en las que ven en nosotros y en el tejer de su algodón, conforme a nuestros paños para  remedarnos, aunque lo primero no lo hacen tan bien como los de la Nueva España, ni lo segundo también como los del Perú.

Cuanto a lo de la religión de estos indios, digo que en su manera de error son religiosísimos, porque allende de tener en cada pueblo sus templos que los españoles llaman allá santuarios, tienen fuera del lugar así mismo, muchos con grandes carreras y andenes que tienen hechos desde los mismos pueblos hasta los mismos templos. Tienen sin esto infinidad de ermitas en montes, en caminos y en diversas partes. En todas estas casas

de adoración tienen puesto mucho oro y esmeraldas y sacrifican en estos templos con sangre y agua y fuego, de esta manera con la sangre, matando muchas aves y derramando la sangre por el templo y todas las cabezas dejándolas atadas en el mismo templo colgadas. Sacrifican con agua así mismo derramándola en el mismo santuario y también por caños sacrifican con fuego, metiéndolo en el mismo santuario y echando ciertos sahumerios y a cada cosa de estas tienen apropiadas sus oraciones, las cuales dicen cantadas. Con sangre humana no sacrifican, sino que es en una de dos maneras.

La una es si en la guerra de los Panches sus enemigos prenden algún muchacho que por su aspecto se presuma no ha tocado a mujer, a este tal, después de vueltos a la tierra lo sacrifican en el santuario, matándolo con grandes clamores y voces. La otra, es que ellos tienen unos sacerdotes muchachos para sus templos, cada cacique tiene uno y pocos tienen dos, porque les cuestan muy caros, que los compran por rescate en grandísimo precio. Llámanles a estos moxas.

Van los indios a comprarlos a una provincia que estará treinta leguas del Nuevo Reino que llaman La Casa del Sol, donde se crían estos niños mojas. Traídos acá al Nuevo Reino, sirven en los santuarios como está dicho y estos, dicen los indios, que se entienden con el sol y le hablan y reciben sus respuestas. Estos que vienen siempre de siete u ocho años al Nuevo Reino, son tenidos en tanta veneración, que siempre los traen en los hombros. Cuando estos llegan a edad que les parece que pueden ser potentes para tocar a mujer, mátanlos en los templos y sacrifican con su sangre a sus ídolos, pero si antes de esto la ventura del moja ha sido tocar a mujer, luego es libre de aquel sacrificio, porque dicen que su sangre ya no vale para aplacar los pecados. Antes que vaya un señor a la guerra contra otro, están los unos y los otros un mes en los campos a la puerta de los templos toda la gente de la guerra, cantando de noche y de día, sino son pocas las horas que hurtan para el comer y dormir, en los cuales cantos están rogando al sol y a la luna y a los otros ídolos a quien adoran, que les dé victoria y en aquellos cantos les están contando todas las causas justas que tienen para hacer aquella guerra y si vienen victoriosos, para dar gracias de la victoria, están de la misma manera. Otros ciertos días y si vienen desbaratados, lo mismo, cantando como en lamentación su desbarato. Tienen muchos bosques y lagunas consagradas en su falsa religión, donde no tocan a cortar un árbol, ni tomarán una poca de agua por todo el mundo. En estos bosques van también a hacer sus sacrificios y entierran oro y esmeraldas en ellos. Lo cual está muy seguro que nadie tocará en ello, porque pensarían que luego se habían de caer muertos. Lo mismo es en lo de las lagunas, las que tienen dedicadas para sus sacrificios, que van allí y echan mucho oro y piedras preciosas que quedan perdidas para siempre.

Ellos tienen al sol y a la luna por creadores de todas las cosas y creen de ellos que se juntan como marido y mujer a tener sus ayuntamientos. Sin esto, tienen otra muchedumbre de idolos, los cuales tienen como nosotros acá a los santos, para que rueguen al sol y a la luna por sus cosas y así los santuarios o templos de ellos, está cada uno dedicado al nombre de cada ídolo. Sin estos ídolos de los templos, tiene cada indio por pobre que sea, un ídolo particular y dos y tres y más, que es a la letra lo que en tiempo de gentiles llamaban lares, estos ídolos caseros son de oro muy fino y en lo hueco del vientre muchas esmeraldas, según la calidad de cuyo es el ídolo. Y si el indio es tan pobre que no tiene para tener ídolo de oro en su casa, tiénelo de palo y en lo hueco de la barriga pone el oro y las esmeraldas que puede alcanzar. Estos ídolos caseros son pequeños y los mayores son como del codo a la mano, es tanta la devoción que tienen, que no irán a parte ninguna, hora sea a labrar a su heredad, a hora sea a otra cualquiera parte que no lo llevan en una espuerta pequeña, colgado del brazo y lo que más que es de espantar, que aún también los llevan a la guerra y con el un brazo pelean y con el otro tienen su ídolo, especialmente en la provincia de Tunja, donde son muy religiosos.

En lo de los muertos, entiérranlos de dos maneras. Métenlos entre unos mantos muy liados, sacándoles primero las tripas y lo demás de las barrigas e hinchéndoselas de su oro y esmeraldas y sin esto, le ponen también mucho oro por de fuera a raíz del cuerpo y encima, todas las mantas liadas y hacen unas como camas grandes un poco altas del suelo y en unos santuarios que solo para esto de muertos tienen dedicados. Los ponen y se los dejan allí encima de aquellas camas, sin enterrar para siempre, de lo cual después no han habido poco provecho los españoles. La otra manera de enterrar muertos, es en el agua en lagunas muy grandes, metidos los muertos en ataúdes y de oro si tal es el indio muerto y de dentro del ataúd todo el oro que puede caber y mas las esmeraldas que tiene puestas allí dentro del ataúd con el muerto, lo echan en aquellas lagunas muy hondas, en lo más hondo de ellas.

Cuanto a la inmortalidad del ánima, créenla tan bárbara y confusamente, que no se puede de lo que ellos dicen, colegir si en lo que ellos ponen la holganza y descanso de los muertos es el mismo cuerpo o el ánima por si. Lo que ellos dicen, es que el que acá no ha sido malo sino bueno, que después de muerto tienen muy gran descanso y placer y que el que ha sido malo tiene muy gran trabajo porque le están dando muchos azotes. Los que mueren por sustentación y ampliación de su tierra, dicen que estos aunque han sido malos, por solo aquello están con los buenos descansando y holgando y así dicen que el que muere en la guerra y la mujer que muere de parto, que se van derechos a descansar y a holgar por sola aquella voluntad que han tenido de ensanchar y acrecentar la república, aunque antes hayan sido malos y ruines.

De la tierra y nación de los Panches de que alrededor está cercado todo el dicho Nuevo Reino, hay muy poco en su religión y vida moral que tratar, porque es gente tan bestial, que ni adoran, ni creen en otra cosa sino en sus deleites y vicios,

ni a otra policía ninguna tienen respeto. Es gente que no se les da nada por el oro, ni por otra cosa alguna, sino es por comer y holgar, especialmente si pueden asar carne humana para comer, que es su mayor deleite y para este solo efecto, hacen siempre entradas y guerras en el Nuevo Reino. Esta tierra de los Panches es fértil de mantenimientos y comida la mayor parte de ella, porque otra parte de ella es menos abundante y otra muy menos y viene a tanto la miseria en alguna parte de los Panches, que andándolos sujetando, se topó en los Panches que ciñen la tierra de Tunja, entre dos ríos caudalosos, en unas montañas, una provincia de gente no muy pequeña, cuyo mantenimiento no era otra cosa sino hormigas y de ellas hacen pan para comer amasándolas, de las cuales hormigas hay muy grande abundancia en la misma provincia y las crían en corrales para este efecto y los corrales son unos atajos hechos de hojas anchas y así hay allí en aquella provincia, diversidades de hormigas, unas grandes y otras pequeñas.

Tornando al Nuevo Reino, digo que se gastó la mayor parte del año de treinta y ocho, en acabar de sujetar y pacificar aquel Reino, lo cual acabado, entendió luego el dicho Licenciado en poblarlo de españoles y edificó luego tres ciudades principales. La una en la provincia de Bogotá y llamola Santa Fe. La otra llamola Tunja del mismo nombre de la tierra. La otra llamó Vélez, que es luego a la entrada del Nuevo Reino, por donde él con su gente había entrado.

Ya era entrado el año de treinta y nueve, cuando todo esto se acabó. Lo cual acabado, el dicho Licenciado se determinó de venir en España a dar cuenta a Su Majestad por su persona y negociar sus negocios y dejó por su Teniente a Hernán Pérez de Quesada su hermano, como se hizo. Y para aderezar su viaje, hizo hacer bergantines en el Río Grande, el cual hizo descubrir desde el Nuevo Reino y lo descubrieron detrás de la tierra de los Panches, hasta veinte e cinco leguas del dicho Nuevo Reino y así no fue menester volver por las montañas de Opón, por donde había entrado, que fuera pesadumbre muy grande. Un mes antes de la partida del dicho Licenciado, vino por la banda de Venezuela Nicolás Federmán, Capitán y Teniente de Gobernador de Jorge Espira, Gobernador de la provincia de Venezuela por los alemanes, con noticia y lengua de indios que venían a una muy rica tierra. Traía ciento cincuenta hombres. Así mismo, dentro de otros quince días, vino por la banda del Perú Sebastián de Benalcazar, Teniente y Capitán en el Quito, por el Marqués don Francisco Pizarro y traía pocos más de cien hombres, que también acudió allí con la misma noticia, los cuales se hallaron burlados cuando hallaron que dicho Licenciado y españoles de Santa Marta, estaban en ello cerca de tres años había. El dicho Licenciado les tomó la gente, porque tenía necesidad de ella para repartirla en los pueblos de españoles que había edificado. La de Federmán, tomola toda y de la de Benalcazar tomó la mitad y la otra mitad se volvió a una provincia que dicho Benalcazar dejaba poblada entre el Quito y el Nuevo Reino, que se llama Popayán de que al presente es Gobernador.

Después de tomada la gente a estos capitanes y repartida, les mandó a ellos que se embarcasen en los bergantines con él para la costa de la mar y para España, lo cual, así esto como lo de la gente tomaron impacientisimamente estos capitanes, especialmente Nicolás Federmán que decía que se le hacía notorio agravio en no darle su gente y libertad a su persona para volverse a su gobernación, pero sin embargo de esto, el Licenciado los sacó de la tierra y los trajo en sus bergantines a la costa de la mar y todos ellos holgaron de venir en España, a la cual vino el dicho Licenciado por noviembre el año de treinta y nueve, cuando Su Majestad comenzaba a atravesar por Francia por tierra para Flandes. El dicho Licenciado trajo grandes diferencias de pleitos con don Alonso de Lugo, Adelantado de Canaria, casado con doña Beatriz de Noroña hermana de doña María de Mendoza, mujer del Comendador Mayor de León.

Los pleitos fueron sobre este Nuevo Reino de Granada, porque decía el dicho Adelantado, que su padre, el otro Adelantado, tenía la gobernación de Santa Marta por dos vidas, por la del padre y por la del hijo y porque el dicho Nuevo Reino entraba en la demarcación de la provincia de Santa Marta y así los del Consejo mandaron que entrase en la dicha gobernación de Santa Marta y metieron la una gobernación en la otra y el dicho don Alonso las fue a gobernar y después vino y Su Majestad por mejor manera de gobernación, ha puesto allí una Chancillería Real con ciertos Oidores, que tiene cargo de aquellas provincias y de otras comarcanas.

A este Nuevo Reino de Granada puso este nombre el dicho Licenciado y así, por vivir él cuando vivía en España en este otro Reino de Granada de acá y también porque se parecen mucho el uno al otro, porque ambos están entre sierras y montañas, ambos son de un temple más fríos que calientes y en el tamaño no difieren mucho. Su Majestad por el servicio de haberle descubierto, ganado y poblado el dicho Nuevo Reino el dicho Licenciado, le hizo merced de darle título de Mariscal del dicho Reino, diole mas dos mil ducados de renta en las rentas del dicho Reino hasta que le de perpetuidad para la memoria de él y de sus decendientes. Diole más provisión para suplirle el abastecimiento que había hecho del dicho Nuevo Reino, para que le den sus indios que rentan más de otros ocho mil ducados y más le hizo su Alcalde de la principal ciudad del dicho Reino, con cuatrocientos ducados cada año y más ciertos regimientos y otras cosas de menos calidad.

El dicho Licenciado Gonzalo Ximénez de Quesada, Mariscal que ahora es del dicho Nuevo Reino de Granada, es hijo del Licenciado Gonzalo Ximénez y de Isabel de Quesada su mujer, viven en la ciudad de Granada su naturaleza y de sus pasados es de la ciudad de Córdova.

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Fuente: España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Contenido: Epítome de la conquista del Nuevo Reino de Granada [comprensivo de los años 1536 a 1538].

Signatura: Archivo Histórico Nacional, DIVERSOS-COLECCIONES,22,N.27

Transcripción: Christian Caicedo De La Serna. 

Investigación documental: Ana María Mejía de Whiteside.

Enlaces de Interés:

Historia de la Provincia de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada.

http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000013918&page=1

Extracto del epítome de la conquista del Nuevo Reino de Granada, escrito por el mismo conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada.

http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/show/1340878?nm

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Sobre la autora:

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2 respuestas a «Epítome de la Conquista del Nuevo Reino de Nueva Granada. Siglo XVI.»

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